Laura Ladrón de Guevara C.
Si de tapas se trata, Madrid tiene infinidad lugares en los
que disfrutar del buen comer y de un ambiente excepcional. Si a esto lo
acompañamos con un diseño cuidado y una
atmósfera singular hallaremos las claves del éxito para nuestro bar. Es así
como podemos definir el restaurante Casa Mono, un nuevo rincón madrileño donde
la estética industrial propia de la arquitectura de finales del siglo XIX, con
algunas notas vanguardistas del arte gráfico moderno, nos deleitan la mirada
mientras degustamos su cuidada selección de platos y vinos (por no mencionar
sus fabulosos gin tonics).
El diseño de este restaurante de reciente apertura es obra del diseñador de interiores Lázaro Rosa Violán, quien además ha dirigido el diseño de múltiples restaurantes ubicados principalmente en la ciudad de Barcelona así como de otros locales comerciales (entre ellos destacamos el diseño de algunas tiendas de la cadena Oysho). Desde la fachada nos llama la atención el cerramiento de cristal y su carpintería de acero en color verde a modo de gran fábrica decimonónica. Este es sólo el comienzo de lo que es una auténtica regresión en el tiempo, ya que no sólo los detalles decorativos y los materiales nos evocan la revolución industrial sino también el propio uniforme de sus camareros y bartenders es propio de la época. Para lograr un efecto más auténtico encontramos varios carteles publicitarios y anuncios, en lo alto de las paredes, que siguen la estética del diseño gráfico de finales del siglo pasado, toda una representación de los inicios de la industrialización.
El local cuenta con ventajas destacables: se encuentra
situado en la esquina de la calle lo que permite la entrada de luz por dos de
sus flancos y además cuenta con una altura considerable (cerca de unos 7m).
Para aprovechar la altura y no quitar luz ni amplitud al restaurante se ha
colocado una segunda semiplanta desde la cual podemos observar la parte de
abajo a modo de terraza elevada. Es en este espacio donde se ha situado la zona
de bar que permanece abierta hasta la madrugada. Las paredes del local están
revestidas de azulejos (blanco en las paredes y azul turquesa en las columnas)
que además de añadir luz aportan un toque de color y contrastan con la dureza y
sobriedad del resto de materiales (madera en el suelo y acero en las
carpinterías). El mobiliario, como no puede ser de otro modo, está formado por
auténticas antigüedades: sillones de cuero remachado con tachuelas, sillas
tapizadas con tela de flores, lámparas antiguas de hierro y cristal y algunos
bancos tapizados con tela que aportan el toque exótico propio también de la era
colonial. El diseño cumple su función evocadora que parece un auténtico homenaje a la industrialización y a las grandes exploraciones llevadas a cabo por el hombre. Pasado y presente se fusionan por medio del diseño y el equilibrio de formas y colores.
Casa Mono es un ejemplo de cómo un restaurante puede aportarnos
mucho, de cómo pasar de una cena a un auténtico viaje en el tiempo, de una
simple visita a toda una experiencia que buscaremos repetir.
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